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Intimidad, soledad y amor

"Hay una parte del tiempo que re aparece cuando nos encontramos.

Aquella que pasa no sólo inadvertida marcando el compás del día

esa parte del tiempo que le da sentido a las arrugas que deja en su transito

y que sólo se convierte en anécdota de vida cuando fue en el encuentro.

Pasado que se vuelve historia, cuando no solo me atraviesa el tiempo

Sino cuando lo atravesamos."


Al hablar de vínculo y soledad no podemos dejar de lado el amor. Las relaciones nos hacen sentir vulnerables y pueden evitarse por ello, pero la capacidad de amar a otro nos da la posibilidad de crecer y no enfermar, como Freud mencionaba. Sin embargo la vida actual con su rapidez, búsqueda de inmediatez y de cero incomodidad marca la búsqueda o no de relaciones humanas y nos cuestiona: ¿qué lugar puede tener la soledad en el amor? ¿para el amor en la capacidad de estar solo? Y ¿Qué es la intimidad?


Soledad, amor e intimidad, tres aspectos distintos de la experiencia humana.


La soledad la entendemos como la sensación de desvinculación y aislamiento emocional, mientras que la capacidad de estar solo (concepto propuesto por D. Winnicott) como la sensación de interioridad y bienestar al momento de estar con uno mismo; y la intimidad como la sensación de conexión profunda con otro o consigo mismo. Con esto en mente, pensemos: ¿cómo puede construirse la intimidad en una relación con la seguridad de poder estar con otro o solo? Y ¿qué implica amar? Ya que lo que vemos día a día es una dificultad en la capacidad de construir intimidad: con uno mismo y con el otro; lo que nos ayudaría en el tránsito de la soledad a la compañía. Winnicott, psicoanalista inglés, menciona que la capacidad para estar solo con o sin presencia del otro es un logro psíquico complejo que implica el desarrollo del yo y de un mundo interno rico que haga sentir una compañía y fortaleza interna, para retraerse sin que sea amenazante.Por otro lado, Spivacow, psicoanalista de parejas argentino, menciona que el amor es un acto del yo y que solo con un yo fuerte y diferenciado del otro se puede amar. Un yo, que estaría habitado por un mundo interno complejo y rico que se enriquecerá en el encuentro con el mundo del otro, sin que esto sea amenazante. Sólo desde dos mundos internos diferenciados se puede compartir para crear un vínculo. Intimidad con uno mismo que se comparte con el otro, en el que el otro enriquece pero no es necesario en el sentido de la urgencia, es deseado por diferente. Así, poder transitar entre la soledad y la compañía es un logro posible por la capacidad de construir intimidad. Sin embargo no es sencillo, es en el vínculo con otro que surgen tanto los dramas y conflictos humanos como la capacidad de crecimiento al encuentro con el otro que me hace crecer. Es una paradoja que para amar se necesita un yo fortalecido, aunque amar lo hace vulnerable, pero vulnerable al otro. Para que pueda interesarme, para que me duela y lo cuide. André Green psicoanalista francés:“lo que se le hace al objeto se le hace al yo” , y solo podré considerar al otro si puedo interesarme en mí, dolerme y cuidarme. Todo un logro.

La propuesta del psicoanálisis es un encuentro vivo y cariñoso en cual se construye intimidad con el otro para poder construir un mundo interno propio en el cual intimar consigo mismo. Ya que para aprender a amar solo puede hacerse amando y es a través de la relación con otro, que me relaciono conmigo y desde el diván se podrá entender qué dificulta este trayecto.

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